"«Llegó la lluvia y cayó sin interrupción durante días, meses, años.
Todo desapareció: los animales, la vegetación, los problemas,
los diseñadores... e incluso las alas de los ángeles se empaparon. En la
densa noche, nos pareció vislumbrar algo parecido a un resplandor,
luego algunas luces y, finalmente, un brillante destello.
Se trataba de las lámparas Flos, llegadas desde Italia; se habían
aclimatado, impermeabilizado. Aquello no era
supervivencia, sino existencia. Vivían por la sola y suma
felicidad de las amebas fosforescentes.
Un milagro. » "