«En mi antigua casa teníamos un techo antiguo fabuloso, de yeso decorado. Yo le llamaba mi “skygarden” (jardín celeste). Me gustaba tanto que cuando tuve que mudarme, no podía dejarlo atrás. Tenía que encontrar una forma de llevármelo conmigo. Cogí mis herramientas y lo robé. Esta pieza de historia está ahora oculta con maestría en una esfera arquitectónica minimalista en mi nuevo hogar, y allí la disfruto con mis amigos».