El mínimo imprescindible

Londres es una ciudad grande y, aun así, una vez que estás aquí, para poder funcionar bien necesitas fijar de algún modo tus propios parámetros, tu propio entorno.

Yo tengo un carácter muy obsesivo; cuando algo me apasiona, lo llevo al extremo. La forma en que ejerzo el diseño es obsesiva. La disciplina que subyace es obsesiva. Llego a obsesionarme incluso con las cosas que disfruto en mi vida personal.

La inspiración puede llegarte de muchas formas diferentes. Tienes una visión de algo y quieres hacerla realidad, quieres materializarla. Otras veces es mucho más sutil. Es una sensación que te invade y que, de alguna manera, necesitas cultivar. Es un proceso muy lento. Es un proceso de filtrado.

Cuando formas parte de un equipo, el reto siempre está en encontrar el momento adecuado para transmitir lo que quieres; después, solo tienes que plantar la semilla y dejarla ahí.

Vivo en el centro de la ciudad. Abundan los ruidos, las distracciones y la gente, y quería que mi casa fuera como un santuario, una especie de refugio. Más o menos como construirse una fortaleza en medio de la ciudad.

Trabajar con Flos ha sido increíble porque es una inyección de energía constante, muestra su emoción y la comparte, y esto suele ser insólito en una gran empresa. Trabajar con Flos me ha aportado incluso más libertad.